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JOYAS OLVIDADAS

INFRAVALORADAS

Si bien la historia hay que conocerla para no repetirla, hay joyitas del mundo audiovisual que no se nos pueden olvidar para poder seguir imitándolas y disfrutar de ellas. 

AGALLAS, EL PERRO COBARDE

          Mientras a finales de los 90s la televisión estaba poblada de numerosas series protagonizadas por héroes de capa y espada, heroicos y valerosos; o por grupos de jóvenes intrépidos que representaban todas las fortalezas del ser humano se realizó una obra maestra audiovisual donde el miedo, la depravación y la morbosidad propia de un adicto a las historietas de terror narradas frente a una trémula hoguera.

De este gabinete de las monstruosidades surgio Agallas, un raquítico animalejo de patizamba figura que se afanaba en salvar a sus dueños, Muriel y Eustaquio Habichuela. Pese a que el coraje no era el punto fuerte de este patético ser, su entrañable corazón, así como su inusitada capacidad para emplear su genio de formas rocambolescas para dar el traste a las argucias de los engendros, lunáticos y criaturas viles que no tenían nada mejor que tratar de atormentar a esta solitaria pareja de octogenarios.

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          Hay quien dice que, tras esta fachada siniestra y disfrutable de original animación se escondía la premisa de que nuestro desaliñado protagonista sufría de esquizofrenia y, al ser un perro, como no salía mucho de su casa, se imaginaba viviendo solo junto a sus dueños en el desierto, temeroso de cualquier extraño que se les acercase y, traicionado por su propia imaginación, se imaginaba toda esta sarta de tétricas aventuras con reminiscencias a autores de la talla de Bram Stoker o H.P. Lovecraft.

El buen tino de la serie reside en la capacidad para desmarcarse de la tónica general de la animación para niños, apostar por un enfoque más retorcido y la presencia estrella de los antagonistas de cada capítulo, a cada cual más miserable.

En nuestra memoria residen memorables personajes como el Espíritu de la Luna de la Cosecha, Katz, La Reina del Charco Negro o Le Quack.

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HERMANO OSO

           El 7 de noviembre de 2003 Walt Disney estrenaba Brother Bear. Película que contaba con la participación de Joaquín Phoenix y que se valía de la tradición y folklore nativo americano para contar una historia cruda en ciertos momentos y tierna en otros tantos a través de animales.

En concreto la premisa reside en el concepto de la reencarnación de los nativos americanos. Una práctica ritual que asemeja el alma de una persona con el comportamiento y apariencia de un animal en base a las acciones que ha ido tomando a lo largo de su vida y su forma de vivir.

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          Por encima de todo, Hermano Oso es una historia sobre la redención a través del amor fraternal. Una oda a nuestra capacidad como seres humanos para conectar más con la Tierra, y gracias a ella, con nuestros congéneres. El odio es el principal villano en esta historia, el rechazo al diferente más por miedo a lo desconocido que por ser una amenaza real. Es gracias a poder vivir en la propia piel de ese desconocido que los protagonistas empatizan y entienden que el miedo te quiebra por dentro, haciéndote débil y miserable.

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          Hermano Oso es una recomendación en mayúsculas para cualquier interesado en la animación, no solo por ser una de las ultimas películas de Disney en 2d antes del salto al 3d con Toy Story, sino también por la capacidad de tratar tantos temas con mucha más profundidad aparente e interconectarlos gracias a los mitos nativo americanos. 

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LAS MACABRAS AVENTURAS DE BILLY Y MANDY

         Si la muerte se presentara en tu casa para llevarse la vida de tu hamster y terminara retandote a un duelo de limbo para obtener tu alma inmortal, ¿qué harías? 

Esta es la premisa del episodio piloto de Las macabras aventuras de Billy y Mandy, una serie impregnada con un humor ácido y cínico. En la serie la muerte después de perder una apuesta con un par de niños, debe hacerse amigo de estos, aunque más bien se convierte en su esclavo, pues tanto Billy como Mandy no hacen otra cosa que reírse del pobre Calavera

Los personajes de la serie son todos muy dispares y van desde los familiares y los vecinos de los niños, hasta demonios, dioses y todo tipo de seres crípticos. Vaya, cada cual más peculiar que el anterior. 

           Por un lado tenemos a Calavera, una representación bastante inofensiva de la muerte. Este debe hacer todo lo que Billy y Mandy diga, por lo que no paramos de verle realizar labores de la hogar, así como comandas absurdas u órdenes de usar sus poderes sobrenaturales. Vamos, que para ser la muerte y cosechar almas, vive un auténtico infierno en la tierra.

           Por otro lado tenemos a Billy, un niño…especial. Digamos que lo que le falta de cerebro, le sobra de nariz. Que es un botarate, un estúpido, un tonto, un simple, un bobo… Billy se dedica a aportar un humor absurdo a la serie, aunque esto ayuda un poco a relajar situaciones dramáticas intensas y sirve de choque con el papel que tiene Mandy sobre esta animación. 

Mandy por su lado, es una chica fría, sin sentimientos y muy malvada, al punto de que la propia muerte le tiene miedo. Mandy aporta el toque de cinismo y humor ácido a la serie. Esto sirve de contraste con lo absurdo de Billy, al punto de que uno no sabe muy bien cómo son amigos. 

A lo largo de la serie, los tres personajes deberán convivir con los deseos de uno y otro de los niños, los cuales siempre suelen hacer que algo sobrenatural termine ocurriendo. Si en su momento no pudiste verla, definitivamente te recomiendo ver la serie, pues a pesar de ser unos dibujos animados enfocados para niños, su humor es muy adulto y episodio tras episodio irás conociendo a más personajes del mundo de la caricatura y empezarás a sentir unas ganas imparables de querer ver otro episodio. 

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